Francisco Sánchez “El Escéptico”, judío converso: "Autor: Juan Julio Alfaya
Tuy, 18 de junio de 2010
Francisco Sánchez “El Escéptico”, nacido en Tuy (Pontevedra, España) en 1551 y fallecido en Toulouse (Francia) en 1623, fue un notable filósofo y médico del que en su ciudad natal apenas se tiene conocimiento, a pesar de que existe un Instituto de Educación Secundaria (IES) que lleva su nombre. No deja de sorprender su seguridad intelectual cuando en uno de sus libros, “De longitudine et brevitate vitae, liber” (Libro sobre la duración y la brevedad de la vida) arremete contra Aristóteles ya desde los tres primeros párrafos: “Del tema de la duración y la brevedad de la vida trató Aristóteles de un modo sucinto y por extenso a un mismo tiempo. Es extraño que filósofo tan egregio disertase tan pobremente de esta cuestión. Por un lado lo cierto es que dijo muy poco, confusamente, de manera incompleta y sin método alguno”.
Por una parte, su exigencia de método le convierte en un claro precursor de René Descartes; por otra, nos hace suponer que, lejos de ser un aventurero de las ideas, atrevido y extravagante, se apoyaba en una autoridad que le confería una gran seguridad en sí mismo para atreverse a criticar sin el menor complejo a uno de los filósofos más influyentes de la historia intelectual de Occidente durante dos milenios.
El Edicto de Granada, promulgado en la Alhambra el 31 de marzo de 1492 por los Reyes Católicos, obligaba a todos los judíos de la península ibérica a convertirse al catolicismo o ser expulsados. El 31 de julio no debía quedar en el reino de España ni un solo judío. En un edicto posterior, el inquisidor Torquemada amplió el plazo 10 días más, para compensar el tiempo transcurrido entre la promulgación y el conocimiento del decreto. La desobediencia a este edicto suponía la condena a muerte y la confiscación de los bienes.
El médico Antonio Sánchez y su esposa portuguesa optaron por quedarse en la península ibérica, siendo su hijo, Francisco Sánchez, bautizado en Braga (Portugal), lo que dio lugar a una polémica, creo que interesada, entre su verdadero lugar de nacimiento, Tuy, y la ciudad en la que fue bautizado, Braga. Hoy no existe la menor duda de que Francisco Sánchez nació en Tuy, si bien los eruditos portugueses reclaman al tudense para Portugal, superando en número a los escasos investigadores españoles, entre los que se encuentra Manuel Bermúdez Vázquez, de la Universidad de Córdoba, cuya tesis doctoral, “La recuperación del escepticismo en el Renacimiento como propedéutica a la filosofía de Francisco Sánchez”, mereció un importante premio nacional, siendo publicada en 2006 por la Fundación Universitaria Española.
Según Manuel Murguía, en su obra “Galicia”, los judíos españoles, injustamente estigmatizados, anduvieron “errantes y dispersos” y “en su mayoría, escogieron para vivir [en Galicia] las poblaciones fronterizas: La Guardia, Tuy, Salvatierra, Monterrey, Ribadavia, Orense, Monforte...”. De este modo, si las cosas se les ponían mal en España siempre les quedaba la posibilidad de huir a Portugal.
Fue así como, debido a la intransigencia de la Inquisición, España perdió a uno de sus más preclaros e influyentes pensadores. Francisco Sánchez pertenecía a una familia de judíos conversos (a la fuerza) procedente de Aragón y emigrada a Galicia, que eligió la ciudad de Tuy basándose en dos sabios criterios: su mayor tolerancia y su proximidad a Valença do Minho (Portugal). El río Miño, que separa ambas ciudades, puede ser cruzado a nado.
Los judíos conversos vivían sometidos a una gran presión social pues nadie creía en la sinceridad de una conversión forzada que tenía como única “motivación” la amenaza de muerte en la hoguera y la confiscación de bienes. Los falsos conversos eran llamados despectivamente “cristianos nuevos” o incluso “marranos” y estuvieron condenados a vivir bajo sospecha durante siglos, lo que tuvo como consecuencia la práctica desaparición de la cultura judía y, en consecuencia, su aportación a la filosofía, la ciencia y el comercio, retrasando durante siglos la incorporación de España al verdadero progreso, la libertad de pensamiento y la modernidad.
Si bien la influencia de la cultura judía y, sobre todo de Maimónides, en Francisco Sánchez queda bien patente tanto en su personalidad como en sus dos primeras obras, “Quod nihil scitur” y “Carmen de Cometa”, su conversión al catolicismo en su madurez, sobre cuyo grado de sinceridad no puedo pronunciarme, nunca llegó a afectar al sano distanciamiento que le proporcionaba su visión escéptica totalmente opuesta al cerrado dogmatismo de la mentalidad de la época en que le tocó vivir.
Si hay algo que admiro de forma especial en los judíos es su libertad traducida en la capacidad de ver más allá de los límites que, nos guste o no, siempre nos imponen la cultura, el ambiente, las creencias y las ideologías. El escepticismo de Francisco Sánchez me parece el más sano contrapunto a la estrechez de miras y la miopía intelectual de quienes necesitan toda una armadura de conceptos, dogmas y prejuicios para compensar, de forma artificial, su falta de seguridad interior.
“El tudense –escribe Manuel Bermúdez- rechaza toda la producción de la filosofía acusándola de ser un laberinto de palabras. En lugar de ocuparse de la investigación directa de la naturaleza, los filósofos han perdido su tiempo preocupados sólo de palabras, de manera que han tejido un mundo ficticio” (Quod nihil scitur, p. 55). “Por consiguiente –añade el investigador- el significado de las palabras no refleja la naturaleza real de las cosas”. [1]
Si prácticamente toda la historia del pensamiento en España ha consistido en pasar de un dogmatismo a otro sin alcanzar en ningún momento la verdadera libertad de pensamiento, el diálogo sincero y distendido y la creatividad fecunda, ello se debe en gran medida a la soberana estupidez de expulsar o aniquilar física o espiritualmente a quienes fueron capaces de conservar intacta su cultura, resucitar su idioma y no capitular ante la más cruel irracionalidad y la estrechez de miras de quienes han preferido descargar su odio sobre un pueblo pequeño e indefenso antes que reconocer y rectificar sus propios errores.
Juan Julio Alfaya
Tuy, España
[1] “Intuiciones de criptojudaísmo en el ‘Quod nihil scitur’ de Francisco Sánchez”, Manuel Bermúdez Vázquez, Universidad de Córdoba."
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